Vivimos en distintas versiones de Macondo | Reseña

Escrita por Emilia Patiño @emiliap555

Tal vez una de las creaciones latinoamericanas que más repercusión ha tenido en el mundo literario y de las historias, es el realismo mágico; género que los autores latinos como Gabriel García Marquez, Isabel Allende, entre otros, han dominado y enaltecido con sus extrañas y entrelazadas historias, donde los personajes son humanos, pero tienen cierta sensación de seres mitológicos y suceden en lugares donde la magia (del tipo que prefiramos) está presente a cada paso. Eso es Sacachún, un pueblo en la costa del Ecuador, donde la magia ha hecho que permanezca atrapado en el tiempo. 

La historia empieza cuando las autoridades locales y la iglesia católica, con su característica manera de respetar diferentes cultos, saca del pueblo la imagen de San Biritute, el santo que cuidaba, llevaba el agua y la fertilidad a Sacachún. Desde su partida en Sacachún no llueve, y como no llueve la tierra ya no es próspera, no crecen bien los sembríos, los animales están flacos y sedientos, y en las personas ya no hay juventud. En el pueblo todos superan los 50 años (o más), todos los jóvenes se han ido, entre todos solo hay un niño, quien se divierte solo en los juegos abandonados del pueblo. Los habitantes de Sacachún se encuentran como en un limbo del tiempo mientras esperan el regreso de San Biritute y con él, la lluvia. 


Fotograma Sacachún


La película es un retrato de esta espera, de los habitantes y la leyenda del santo. Su manera de contar nos hace creer que Sacachún de verdad es un lugar mágico, y sus longevos habitantes son personajes peculiares que se resisten a la muerte para lograr volver a ver su pueblo en el esplendor del pasado. Sacachún es una especie de Macondo, donde las historias de la vida cotidiana cobran un sentido mágico, más que por lo sobrenatural, porque cada recuerdo, cada historia tejen una red de momentos que se convierte en la historia del pueblo, mientras se entrelazan con la leyenda de San Biritute. 


Estos recuerdos de los pobladores del día en que San Biritute fue arrebato de su hogar, están cargados de fe; y aunque algunos personajes se resisten a seguir creyendo que el Santo les va a devolver la lluvia, ninguno deja de tener la esperanza de que va a volver la estatua al pueblo. Esa fe, es lo que transforma a las historias en mágicas, algo más allá de la realidad. 


Fotografía Diario El Universo

Sacachún, como tantos otros pueblos de América Latina, es una versión distinta del Macondo de García Marquez, ese lugar, donde no pasaba nada, pero pasaba todo. Para mi, esos lugares y esas historias, son lo que hace nuestra cultura Latina lo que es, la riqueza de nuestra cultura viene de esa fe, a veces sin sentido, no necesariamente religiosa, pero muchas veces ciega. 


Trailer Cortesía Canal Youtube Filmarte

La película nos muestra de una forma sencilla, pero poética esa fe, mientras nos hace cuestionarnos de dónde viene y por qué nos aferramos tanto a creer. Es de esas películas que crea conversaciones, y creo que eso es de las cosas más ricas que tiene el cine, hacernos dudar, preguntar y conversar. 


Sacachún es la única película ecuatoriana que está en la Semana de Cine Latinoamericano de @cicloindependiente y se presentará el 14 de julio.  Una historia que hay que verla, para poder ser parte de su magia.

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