Una película policias: Documental, ficción y la patrulla del amor | Reseña


Escrita por: Douglas Morales @DovglasMorales

Cuando terminé de ver “Una película de policías” pensé por unos segundos: ¿Qué acabo de ver?. Es muy complejo encasillar el tercer largometraje del mexicano Alonso Ruizpalacios (Güeros, Museo) en un solo género cinematográfico ¿Es una ficción? ¿documental? ¿Un falso documental? ¿Un reality sobre policías? ¿o Todas las anteriores? creo que esta última la define un poco mejor, ya que según su sinopsis estamos ante un "experimento documental narrativo innovador".

Con el sonido de una sirena y unos efectos de luces un tanto psicodélicas, es como Ruizpalacios nos introduce en este universo policiaco, como en cualquiera de sus anteriores peliculas de ficción, pero que luego al puro estilo de esos documentales con dramatizado de Discovery Channel va presentando a Teresa, una mujer policía que nos narra a través de la voz en off y en otras hablando directamente hacia los espectadores, varias de sus anécdotas, y cómo fue que tomó la decisión de convertirse en policía y como esto le ha afectado en su vida personal. Luego es el turno de Montoya, un hombre policía que a través del mismo juego narrativo nos cuenta sobre su vida y de su experiencia como parte de las fuerzas del orden. Más tarde, a través de una pequeña secuencia que funciona como “leitmotiv” nos enteramos de que ellos en realidad son pareja, y los conocen dentro de la policía como “La Patrulla del amor”. 


Hasta ahí todo bien, como espectadores entendemos la estructura y suponemos que se trata de una historia de amor entre dos policías y sus anécdotas, pero es entonces que Ruizpalacios decide dar un giro de tuerca, un giro tan drástico, no solo en la narrativa, sino también en la historia que se cuenta, literalmente apaga las luces y saca la cámara del trípode para decirte que lo que acabas de ver, era una verdad reconstruida y maquillada, pero que de aquí en en adelante empieza la realidad.



Es así como continúa el cuarto episodio, el cual ahora trata de Mónica del Carmén y Raúl Briones, los dos actores que encarnan a Teresa y Montoya, y sobre su proceso de inmersión en varias academias de policías para crear estos personajes, quienes al estilo confesionario se graban a diario con sus celulares y opinan sobre la vida y la carrera de los policías. Si bien este cambio de estructura puede llegar a confundir o agobiar a un espectador promedio de Netflix, hay que destacar que Ruizpalacios no pierde su norte, el cual es contar una historia de policías desde adentro, que no descubrimos sino es hasta el final del metraje cuando empiezan a salir otros temas, como la corrupción, el abuso del poder y otras ilegalidades que no son secreto para nadie, al menos en todo latinoamérica, y eso es lo que hace crecer a la historia y vuelve más interesante la tesis que busca exponer este film.



A gusto personal disfruto mucho de las historias que experimentan con la narrativa, lo cual para muchos directores puede ser un arma de doble filo, pero para Ruizpalacios no es el caso. Ha tomado el riesgo y creo que ha hecho una “película de policías” distinta, una que ofrece una mirada más íntima, más empática, más humana y entre ratos amorosa y divertida; me quedo con la frase dicha por Mónica del Carmen dentro del film: “Los policías son la gente más vulnerable, haciéndose pasar por la gente más fuerte” y pienso que eso es lo que el méxicano ha intentado transmitir a través de todas las anécdotas y personajes que aparecen a lo largo de esos 107 minutos. El film se estrenó este viernes 5 de noviembre en Netflix latinoamérica, y sin dudarlo deben darle play porque este tipo de peliculas nos hacen dar cuenta que el cine es un arte de experimentación constante.




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