“The whole world is watching” | Reseña de "El juicio de los 7 de Chicago"


Escrita por Emilia Patiño Carreño @Emiliap555

Eran los 60 's, y el mundo ya estaba pendiente. La guerra de Vietnam se transmitió por televisión y no es raro que nos encontremos con la representación de familias cenando mientras transcurrían imágenes de actos atroces en las pantallas que los acompañaban. Sí, el mundo estaba viendo, pero… ¿realmente veían todo?

“The Trial of the Chicago 7” trata sobre el juicio de siete (al inicio ocho) activistas políticos que fueron acusados por provocar los disturbios en Chicago en 1967, promover un mitin y violentar la propiedad privada y pública, pero dicho juicio tiene muchas inconsistencias, para empezar en el por qué se da, y en cómo se desarrolla. 




Este es un caso emblemático en la historia política de los Estados Unidos, pues no era un juicio justo ya que sus fundamentos no eran reales. Era como dice Affie (uno de los 7 acusados) un juicio político, un juicio creado para mandar un mensaje: “Pensar distinto, y hacer algo al respecto tiene consecuencias.” Además, la pelea entre dos funcionarios públicos con pensamientos opuestos, donde uno quería demostrarle al otro que básicamente la tenía más grande. Porque los ciudadanos durante demasiado tiempo, hemos sido solo las piezas con las que aquellos que tienen el poder, juegan para mantener ese poder. 


Es justamente esta idea, de que todo lo que está pasando es un circo, lo que hace que la película mantenga la atención. Un guion de diálogos y personajes. Es interesante que la película transcurre principalmente en el juzgado, en una misma locación, donde además los personajes poco pueden moverse, casi no pueden interactuar entre sí. Sin embargo, se logra mostrar claramente sus personalidades y la realidad de la situación. Esto es un punto para el guion, pero también para las magníficas actuaciones de un elenco extraordinario, que logra delinear cada uno de los personajes y sus conflictos. 





Es justamente, esta diferenciación entre los personajes, lo que hace tan interesante la película. Había ocho personas en un juicio, sin embargo, cada uno representaba una facción diferente de la sociedad, por lo tanto, también era tratado diferente por la justicia. Esto se refleja de una manera clara (y dolorosa) con el único acusado negro, Bobby Seale, quien era uno de los fundadores de la organización “Panteras Negras” (Black Panters Party) quien había tenido una participación mínima en la protesta en Chicago. Sin importar esto, es juzgado como parte organizadora, a pesar de no haber tenido nada que ver en la convocatoria, pero además, su derecho a una representación legal es negada, cuando el juez le hace presentarse al juicio sin su abogado, quien estaba hospitalizado. 


El trato que recibe Seale es claramente discriminatorio todo el juicio, el nivel de racismo del juez queda claro en los primeros minutos, pero no es el único que es discriminado por su apariencia. Si bien Seale sufre una discriminación mucho más violenta que el resto de los acusados, Jerry Rubin y en especial, Abbie Hoffman también sufren tratos desiguales. Ellos son los “hippies”, los vagos, los que se drogan, básicamente, se pensaba que eran personas que no merecían respeto, un desperdicio para la sociedad. Aquí no está la discriminación por racismo, sino por prejuicios. Poco a poco en la película vamos viendo que tanto Rubi como Hoffman son personas muy ilustradas, intelectuales que han aprendido de todas las corrientes políticas, pero que ven en las experiencias un conocimiento importante. Ellos no se visten de forma convencional y muestran sus pensamientos tal como los generan, sin cuidar las formas, mucho menos siendo políticamente correctos, pero además no podemos dejar de lado que Hoffman era judio.  




En contraposición a ellos (y con quien notamos más claramente los tratos discriminados del juez) está Tom Hayden, joven activista, con ideas revolucionarias, sí, dispuesto a llevar las cosas a las últimas consecuencias, sí, pero rubio, blanco, ojiclaro y bien vestido. Hayden cuidaba las formas, y nadie dice que eso está mal, lo que está mal, es que de entre los acusados, era a quien el juez más tomaba en serio, al único al que trataba con un poco de respeto. 


La película es una pieza donde queda claro que la justicia no es ciega, que no nos trata a todos por igual, y que obviamente hay quienes manejan el mundo y la política desde atrás, que los que estamos adelante, los ciudadanos, poco podemos hacer, sin mancharnos las manos. Nos muestra una política podrida, a la que le importan más las formas que el fondo, donde los discursos son vacíos, porque después lo que importan son los tratos. Pero sobretodo, nos muestra un mundo desigual. 




Más de 50 años después, el mundo sí está viéndolo todo; en cada bolsillo hay una cámara para registrar cualquier evento, cada mochila tiene un dispositivo para contactar al mundo entero, y cada vez que uno de estos vibra se reproduce miles de veces cada historia. Ahora sí lo estamos viendo todo, hemos presenciado fraudes en elecciones, el asesinato de personas, encarcelamientos injustos, abuso de la fuerza, pero… ¿realmente vemos todo?. 



La película está disponible en Netflix, pero si no tienes cuenta, estará disponible para ver gratis desde el Viernes 19 hasta el Domingo 21 a través de Youtube por celebrarse 51 años de aniversario. Dale play aquí.

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